El inicio de la alimentación complementaria con mi segundo hijo está siendo infinitamente más relajado que la primera vez. En casa no somos extremistas y siempre hemos alternado purés y Baby Led Weaning, porque los adultos también comemos purés, porque hay ocasiones en los que nos resulta más práctico llevarlos y porque ambos niños han demostrado cierta ansiedad ante los platos con comida preparada a trozos, por lo que nos ha convenido más mezclar ambas técnicas. Leí algunos libros sobre alimentación infantil dirigida por el bebé (BLW) durante mi primer embarazo y comencé a aplicar lo aprendido, con diferente éxito cada vez. Como madre que ha pasado por este proceso dos veces, me gustaría hacer hincapié en algunos fallos que solemos cometer con frecuencia, o al menos nosotros hemos tropezado con ellos.

Con el Baby Led Weaning el bebé no come nada

A día de hoy, puedo asegurar que ambos hijos han comido lo mismo mediante el BLW que con comida triturada. Otra cosa es que con los purés sea más fácil obligarlos a comer, algo que no deberíamos hacer jamás, independientemente de que como padres nos preocupe mucho que el niño se quede con hambre, que no engorde lo suficiente, o que no se zampe el medio kilo de comida que le estemos ofreciendo. Con mi hija todo fue más fácil: a los 6 meses tenía bastante destreza con las manos y agarraba sin complicaciones la verdura hervida, las tiras de carne, el pan… Devoraba purés de 250 gramos y aún así seguía comiendo libremente después de acabados. ¡Y eso tras darle primero el pecho!
Pero el segundo fue prematuro, y claramente no ha desarrollado esa habilidad hasta casi 3 meses después. Esto le hacía frustrarse muchísimo, porque él quería cogerlo todo con las manos, pero se le resbalaba y al final era feliz con 4 cucharadas de puré y jugando con otros trozos de comida. Sí, 4 cucharadas de postre mal contadas se comía, y con 11 meses, sigue sin comer mucho más. No me preocupa nada y a su pediatra menos. Porque hay un punto clave que solemos olvidar con frecuencia cuando los bebés dejan de ser lactantes en exclusiva (ya sean de pecho o de biberón) y pasan a realizar sus primeras comidas…

La alimentación complementaria no es lo fundamental

De ahí su nombre. Todos estos niños que empiezan a comer a partir de los 6 meses, siguen bien alimentados con su leche (materna o de fórmula) y lo único que hay que hacer es ofrecerle alimentos normales para que se vayan familiarizando con sabores, texturas, formas, colores, olores… No se trata de que coman 200 gramos de patatas con pollo, sino de que aprendan a saborearlo y gestionarlo: lo chupen, lo muerdan, lo escupan y todo acabe por el suelo. Incluso cuando aún no tienen dientes, pueden practicar el Baby Led Weaning.
Lo importante es que sepan sentarse erguidos y que vayan desarrollando sus habilidades poco a poco. Los míos siempre han sido ansiosos, nos han quitado todo lo que veían en nuestros platos o en la mano, se lo han metido de golpe en la boca e incluso se la tapaban con ambas manos para que el exceso de comida no se les saliera, porque no eran capaces de masticar tal cantidad. Pero si hablamos de cantidades ¡la mayoría de la gente pensaría que no comen nada de nada! Y ahí están, rompiendo el molde de los percentiles, por lo que no pueden vivir del aire.

La realidad está en el pañal

Aunque sea un tema muy escatológico ¡rebuscad en las cacas! A los padres nunca nos parece suficiente lo que comen nuestros hijos. Sin embargo, al empezar con la alimentación complementaria los excrementos se solidifican, se acaban las cacas líquidas del recién nacido y con el Baby Led Weaning se pueden observar colores y trozos completos de alimentos (a veces los tragan y salen casi sin procesar de esos cuerpos). Además de un olor muy desagradable a caca de humano adulto. Eso quiere decir que el niño está comiendo. Mucho o poco, lo importante es que se le ofrezcan alimentos sanos, que tenga la libertad de escoger de entre ellos y que coma cuando tenga hambre y lo necesite. El reloj guía nuestras vidas, pero no la de los bebés. Da igual si quiere comer verduras con ternera a las 12 del mediodía o a las 5 de la tarde. O si la hora de la merienda acaba rozando la de la cena. La leche sigue siendo el pilar fundamental de su alimentación y lo demás son complementos que deben recibir de forma agradable, sin prisas, sin presiones y sin forzar.

El pánico a los atragantamientos

Muchos padres mantienen la fase de purés durante años porque tienen muchísimo miedo a que el niño se les ahogue. Ahogarse no se ahogarán, lo que puede pasar es que se atraganten, como nos pasa a los adultos. Los primeros días de Baby Led Weaning habrá niños que lo hagan de forma muy frecuente (no fue el caso de los míos) pero no son realmente atragantamientos sino la reacción al reflejo de extrusión de los bebés.
A la hora de comer, nos sienta fatal que los niños lo pongan en práctica pero ¿y si se meten una pieza pequeña de un juguete o cualquier cosa cogida del suelo? Entonces sí deseamos que ellos sean capaces de toser y de expulsar de su cuerpo ese objeto extraño. Pues la comida es igual de desconocida para ellos, por lo que es normal que reaccionen así. Siempre digo que mis hijos se han atragantado infinitamente más cuando eran sólo lactantes que con la introducción de los sólidos. Incluso entonces, simplemente hay que esperar: toserán, carraspearán y el alimento saldrá por sí mismo en la mayoría de los casos. Todos deberíamos tener conocimientos básicos sobre cómo actuar ante esta situación, manteniendo la calma, no zarandeando al niño, no introduciendo los dedos para sacar la comida…