Seguro que llevas muy bien la cuenta de cada semana de tu embarazo, pero ¿y si se adelanta el parto?, ¿cómo sabrás que ha llegado la hora de ir al hospital? Aquí tienes todos los detalles cómo tu cuerpo se prepara para dar a luz, y reconocerás los síntomas que anuncian que tu pequeño ha decidido que quiere sentirse en los brazos de mamá.

Seguro que recuerdas bien cuándo sales de cuentas, pero hoy por hoy la medicina no puede establecer el momento exacto en que llegará tu hijo. La mayoría de los partos ocurre entre las semanas 37ª y 40ª de gestación, en torno a los 280 días desde la fecundación, y esos son los datos que sirven a tu médico y tu matrona para orientarse. Si a partir de la semana 40ª no has dado a luz, lo más probable es que el médico decida provocarte el parto, porque para entonces la placenta no cumplirá bien su cometido y llegarán al feto pocos nutrientes.

Será tu cuerpo el que te indique que llega el momento en que podrás tener a tu hijo en tus brazos. Cuando suceda, tu hijo emitirá una hormona que hará bajar tu nivel de progesterona y tu cuerpo producirá oxitocina (conocida como la hormona del parto). Hay dos signos que indican que estás empezando a dar a luz: la rotura de la placenta y la aparición de las contracciones.

Rompes aguas. Se rasga la placenta y sale el líquido amniótico. Notarás como si te hicieras pis sin poder evitarlo. A veces se rompe incluso antes de que empiecen las contracciones. Claro que no siempre se produce; hay un 15 por ciento de casos en que la placenta sigue intacta y el parto ha comenzado. No es bueno ni malo. Ni te preocupes si se rompe la placenta y pasan unas horas hasta que sientas las contracciones fuertes; no existe lo que antes se llamaba “un parto seco”. El bebé tendrá alrededor la cantidad de líquido que necesita porque tu cuerpo sigue produciéndolo.

Tienes contracciones rítmicas. Cuando se acerque el día en que sales de cuentas ya conocerás bien las contracciones de Braxton Hicks, pero en la recta final hacia el parto las sentirás con más intensidad y frecuencia. Al comenzar el parto aparecen otro tipo de contracciones. Su función es acortar y borrar el cuello del útero. Al principio son pequeñas y lo más probable es que notes sólo ciertas molestias. Una vez que el cuello del útero se haya borrado, empezarán las contracciones rítmicas, que son las de parto propiamente dicho, mucho más intensas.

Durante la contracción se endurecen el útero y el abdomen. Dura de 30 a 60 segundos. Entre cada contracción el útero está relajado y no duele. El dolor que la acompaña comienza en la parte lumbar y se extiende hacia el bajo abdomen (a veces va hacia la espalda en lugar de a la tripa; es lo que se llama un parto de riñones. Si es tu caso y puedes, ponte una bolsa de agua caliente o hielo en la espalda; lo que te alivie más.).

¿Cuándo debo ir al hospital?

Sabrás que ha llegado la hora de ir a la maternidad cuando:

– Rompas aguas.

– Tengas contracciones rítmicas cada cinco minutos (cada diez si ya has tenido un hijo).

¿Cómo puedes prepararte para el parto?

– Infórmate. Pregunta a tu comadrona, a tus amigas, lee sobre el embarazo y asiste a las clases de preparación al parto a partir del sexto mes de gestación.

– Haz ejercicio. Nada de quedarse quieta, pero tampoco practiques con intensidad un deporte: 20 minutos de natación, camina rápido cada día, haz Pilates o yoga…

– Masajea el periné (es el músculo situado entre la vagina y el ano) con aceite de oliva o de almendra. Tal vez logres evitar así la episiotomía.

– Practica a diario cuatro veces los ejercicios de suelo pélvico: durante diez minutos, contrae el periné seis segundos y relájalo.

– Ponte cada día a cuatro patas durante unos 15 minutos desde un mes antes del parto. Ayudarás al bebé a colocarse. Al sentarte, intenta que las rodillas queden más bajas que la pelvis e inclínate hacia delante

– Si se retrasa el parto, recuerda que el sexo puede estimularlo y, si masajeas los pezones, tu cuerpo producirá oxitocina (recuerda que es la hormona del parto).